"El mundo era otra cosa antes. Más frío y más azul. Menos humano. Ahora todo es fuego y me abraso. Y no puedo. Y no quiero. No puedo. Antes era más fácil. El frío nos palpaba y era triste y era horrible, pero era nuestro. Ahora os miro a vosotros y os veo fluir y vivir y huir y yo me pudro por dentro. Por fuera, sin embargo, os dejo que me miréis. No tengo nada que ocultar. Es un consuelo."
He vuelto a abrir, una última vez, tus cuentos podridos. No volveré a cerrarlos. Aprenderé a saborearlos. A vivirlos. A sangrarlos. Me enseñarás a ser parte de ellos, a hacerlos parte de mí. Ahora ya sabemos, ya entendemos, ya aceptamos, que tú me acabarás matando, y que yo te acabaré matando. Llegué a pensar que te habías marchado para siempre de una puta vez. Qué ridículo me veo ahora. Qué ridículo y qué gilipollas.
Seguiremos hablando de ti. Seguiremos hablando de mí. Hablaremos de tus monstruos, del horror, del arte, la locura, las costillas. Volveremos a ser un único cuerpo, volveremos a danzar imperturbables. Seremos bestias, ángeles y aves resurgiendo de nuestras cenizas. Deduzco, entonces, que seguiremos escribiendo tus cuentos podridos.