martes, 10 de diciembre de 2013

Sé que quieres que te bese

      Todas las noches me acuesto y tú ya estás ahí. Te acurrucas a mi lado y me abrazas. Y sé que quieres que te bese porque tú me besas a mí. Y me abrazas aún más fuerte. Y me oprimes. Y me arañas.

Sé que quieres que te bese porque siempre estás ahí. Cuando huyo y grito. Cuando todo me supera y quiero desaparecer. En cada "no", en cada "nunca". En las malas noticias. En cada pequeño gesto destructivo, en cada mentira y en cada lágrima. Siempre te encuentro a mi lado, suplicándome con la mirada que te bese.

      Sé que quieres que te bese, Tristeza, pero no lo haré. No hoy.


domingo, 24 de noviembre de 2013

Respiras hondo

Respiras hondo. Pierdes de vista las calles, y la gente, y los ruidos, y las luces. Avanzas campo a través, y todo aquello se desvanece. Intentas retener lo bueno. Intentas recordar las risas. Pero no puedes.

Respiras hondo. Estás cerca. Diez minutos, como mucho. Y entonces corres. Corres y gritas. Corres y gritas y pataleas. Frustración. Frustración. Frustración. Y no puedes pensar en nada más que en huir. Pero no existe el "dónde", ni el "cuándo". Por fin lo has comprendido. Te volverás loco y morirás así, encerrado en la peor prisión de todas, en la más retorcida, la más cruel y la más inexpugnable. Tú mismo.

Respiras hondo.


lunes, 14 de octubre de 2013

Así que grito

Y pasa el tiempo y todo vuelve a oler a ello. A mañanas gélidas y pérdidas perennes. A crueldad, olvido y grietas. Noto que nadie lo nota y me siento más solo de lo que jamás me sentiré. Así que grito.

lunes, 16 de septiembre de 2013

Solo miedo

"Respiré profundamente,
me llené los pulmones,
pero ya no era aire.
Ya no era aire.

Y escribimos mil cuentos
y abracé mis anhelos,
pero ya eran reflejos,
solo reflejos.

Dices que ahora
está todo bien.
Pero yo no lo entiendo,
no lo entiendo.

Crecí entre errores,
creí no verlo,
perdí el consuelo,
y ahora hay miedo.

Hay mucho miedo.

Me oprime el miedo."

sábado, 31 de agosto de 2013

La luz

      Lo único que no quiero quedarme de todo esto es el miedo. Su miedo no se toca. Es sagrado. Encerrado en la caverna inescrutable de su persona, velado tras una máscara sonriente, tentador y brutal como los impulsos más primarios. Dejo que se vaya, que se pierda, que se pudra, que me deje. Que desaparezca para siempre. Que sea nada. Tenemos tiempo de sobra para curarnos un millón de veces. Pero para el miedo, no. Para el miedo no hay tiempo.




Adiós.

viernes, 30 de agosto de 2013

Junto a la roca roja

      Nos escondimos durante milenios. No dejamos que nada ni nadie rozase nuestra piel, temiendo que esta se tornara en gris ceniza. Habitamos las cuevas más oscuras y nos cobijamos en los rincones más polvorientos, huyendo de toda inútil existencia y añorando algo que no emitiese un halo aterrador. Por las noches te contemplaba dormir porque yo no podía, y por las mañanas tú me observabas, con esa mirada asustada que me rompía el alma, con ese rostro expectante que pedía explicaciones. Y yo te susurraba al oído que todo iba a ir bien y tú me hacías pensar que me creías, pero nunca llegaste a tener ni un ápice de esperanza. Recuerdo aquel día junto a una roca roja, escondidos de la luz abrasadora del amanecer. Ese día decidiste dejarte morir y yo no me dí cuenta y me castigaré por ello durante toda mi vida. Recuerdo aquel día más que ningún otro porque fue el último en el que pude llegar a pensar que quedaba algo, una diminuta posibilidad, una minúscula corazonada, y que lograríamos salir de esta. Me equivocaba. Una semana después noté que hacía tiempo que te había perdido, y entonces decidí perderme yo, contigo o sin ti, pero perderme. Y lo último que recuerdo de esa época terrible son tus dedos rozándome la cara, tu pequeña disculpa, y después, ya nada.

      A veces tú y yo nos topamos por la calle y noto que ambos cerramos los ojos durante unos instantes, quizás sabiendo que un cruce de miradas nos haría recordar todos esos momentos y nos abrasaría como nos abrasó la luz del sol aquel día fatídico, junto a la roca roja.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Trompetas del infierno

Entraste medio a escondidas
en busca de más de un beso,
comenzaste un juego eterno
del que no te escaparás.
Te encontraste en un aprieto,
coreaste un grito al cielo,
me dijiste "estoy jodida",
no te lo pude negar.

Y en las noches que le sigan
 no podrás dormir tranquila,
te perdiste antes de tiempo
 y no te pude alcanzar,
y así olvidamos lo que fuimos
 y no seremos jamás,
quemando fotos en una hoguera,
 en un solar.

Abres puertas imposibles,
 dejas salir la verdad.
Tu familia se persignan,
 se aproxima un gran final,
y tu mundo ahora se agrieta
 sin paciencia ni piedad,
hay cornetas y trompetas,
 suena una orquesta infernal.

Apareciste en mi casa
 con la cara desgarrada,
arañazos en tu cuerpo, 
y las uñas destrozadas.
Mi gritaste sin consuelo
 "Cabrón, me vas a matar",
me reí "Pero cariño,
 tu moriste tiempo atrás".
Y rompiste los espejos
 entre llantos y delirios,
te asomaste a la terraza
 y perdiste el equilibrio,
te agarraste a la baranda,
 te fallaron los tobillos.
Te perdí como quien pierde
 un reloj que ya es antiguo.

A veces me sorprendí
 extrañándote algún día,
pero siempre lo olvidaba
 con una ducha muy fría,
y así pasaban los años,
 algo faltos de alegría,
alguna mujer a medias, 
de nombre Ana o María.

Quizás sí sea verdad
 que siempre queda algún pero,
una espina que se clava,
 y te empieza a doler luego.
Quizás con todos tus huesos
 se rompió mi voluntad,
mitad se partió tu cráneo,
 mitad mi felicidad.

Te hablo por si en tu infierno
 aún me puedes escuchar,
espero alguien que me diga
 que lo hiciste todo mal,
que yo no tengo la culpa,
 que sigues muerta, y ya está.
Escapar de tu memoria,
 harto de andar hacia atrás.

Ahora estoy algo mejor,
 a veces inquebrantable,
aunque siempre duermo solo
 y las noches son brutales,
y te recuerdo en los días
 en que fuimos inmortales,
corriendo entre los arbustos
 como meros animales.

martes, 27 de agosto de 2013

Brotes

Muertos hoy, vivos mañana. Flores nacientes sobre pechos putrefactos. Piel blanquecina sellando las cicatrices.

El cambio. Llega, se queda, se va. Quizás vuelva. Quizás para no irse nunca más. Quizás no. Pero no hay nada que puedas hacer y los lunes transcurren imparables, todos ellos en diferentes mundos.

Tiempo de metralla, el enemigo es tu amigo. Es una guerra perdida antes de empezar. Ni Dios ni guía, solo tiempo.

Calma, tempestad.

Calma, tempestad.

Calma, tempestad.

Calma... y una última tempestad. Supongo que nos acabamos cansando.

Así que este es mi saludo, pero también mi despedida. Y luego, luego... luego solo eso, un punto en cero. Brotes entre cenizas.

Y volver a nacer.

martes, 6 de agosto de 2013

Un lugar vacío

Gírate y me juras que caerás desde el abismo antes que yo,
todo lo has perdido y te encuentro donde no se hace el amor.
Pero por Dios te sacaré,
las cosas no han salido bien,
lo intentaremos otra vez.

Han sido dos años congelados en neveras de calor,

buscas soluciones, yo cojo la carretera y digo adiós.
Por Dios que lo permitirás,
Siento encerrarte una vez más.
Dices que no y funcionas mal.

Y ahora sí que es cierto que despiertas sola por no perecer,

en un lugar vacío del que no comprendes qué es lo que está bien.
No tengo paciencia y las prisas no son buenas, ya lo sé,
pero alcanzo un ritmo y ya ni descanso un rato para ver,
si estás detrás, siguiéndome,
si vas después, queriéndome,
yo te he perdido, piérdeme.

domingo, 4 de agosto de 2013

Más allá del tiempo y la realidad

      Escúchame, no tenemos mucho tiempo. Él viene hacia aquí. Te ha buscado en pozos sin fondo. Te ha buscado más allá del tiempo y la realidad. Te ha buscado fuera de toda existencia y no te ha encontrado. Pero ahora sabe dónde estás y viene hacia aquí. Quizás quieras huir. Quizás hayas comprendido que no es la persona adecuada y que nunca serás feliz con él. No tengo ni idea. Así que puedes tomar otra elección. No es prometedora, seguramente acabe devastándote por completo, pero te la diré igual.

      Podemos irnos de aquí sin echar la vista atrás. Podemos ir a todos esos sitios en los que él te ha buscado,  más allá del tiempo y la realidad, porque él no volverá allí otra vez. No cree que lo merezcas. Entonces podremos empezar de nuevo, recomponernos y tratar de ser felices. Podemos hacer todo eso, pero recuerda que yo me iré. Porque no soy tuyo ni soy de nadie. Me acabaré yendo y quizás puedas aceptarlo y quizás no, pero es así. Y entonces no querré que me busques, ni más allá del tiempo y la realidad, ni en pozos sin fondo ni fuera de toda existencia. No lo querré.

sábado, 3 de agosto de 2013

Gloria no sabe vivir

      Gloria tenía veinte años y no sabía vivir. Dormía, comía, hablaba, respiraba, pero no sabía vivir. Sus padres se preocupaban mucho por ella y se gastaban ingentes cantidades de dinero en especialistas, pero todos ellos llegaban siempre a una única conclusión: "Su hija Gloria no sabe vivir."

      Gloria tenía un vecino que se interesaba siempre por ella, un chico calmado y muy silencioso. Se conocían desde hacía mucho tiempo y tenían más o menos la misma edad. Y aunque era lo más parecido a un amigo que había tenido, él nunca le había dicho su nombre. Pero eso a Gloria no le importaba, porque él era el único que no se preocupaba por ella, y que la aceptaba tal como era. Muchas veces, Gloria pensaba que si hubiese sido una chica normal, si hubiese sabido vivir, habría estado enamorada de su vecino. El resto del barrio, sin embargo, lo consideraba demasiado raro y trataban de acercarse a él lo menos posible.

      Un día que Gloria se encontraba en un parque, paseando, respirando, observando, pero no viviendo, una niña se acercó a ella con mirada curiosa, y le preguntó que qué le pasaba, que veía que estaba allí, en el parque, muy cerca de ella, pero que a la vez la sentía tan lejana y tan invisible que asustaba. Gloria sonrió torpemente a la niña, y le dijo las siguientes palabras:

      "Yo no sé vivir, pequeña. Yo no comprendo eso que hacéis vosotros, no entiendo cuál es el fin de vuestra existencia, no soy capaz de amar algo y aceptar que, tarde o temprano, ese algo desaparecerá. No quiero amaros, desearos y luego perderos. No sé cuál es el truco, no tolero ese sufrimiento que vosotros parecéis disfrutar y nunca, nunca querré aprender a vivir, porque eso significaría que en realidad, no acepto la muerte, y que me iré de ese mundo en contra de mi voluntad. Y la voluntad, la libertad, es lo único que nos queda. Por eso mismo no sé vivir."

      Los días pasaron y todo el barrio había oído ya, en boca de la niña, las palabras de Gloria. y la gente dejó de preocuparse por ella, para empezar a rechazarla. ¿Qué problema tenía? ¿Acaso se creía mejor persona que ellos, solo porque era como un autómata sin sentimientos? Así que poco a poco, Gloria se fue quedando completamente sola, aunque a ella eso no le importó, y el único que aún siguió saludándola fue su silencioso vecino.

      Gloria comenzó a preguntarse un día por qué el chico era el único que no le había retirado la palabra, y esa misma pregunta le hizo la siguiente vez que se vieron, a lo que él respondió:

"¿No eres tú también la única que me acepta en este barrio? ¿No eres tú la única que disfruta de mi compañía, aún siendo yo tan silencioso? Yo te aprecio porque tú me aprecias, yo te acepto porque tú me aceptas. Estamos condenados a entendernos. Yo te quiero, te quiero mucho. ¿Quién si no yo iba a querer con toda su alma a la chica que no sabe vivir? ¿Quién, si no la calmada y silenciosa Muerte iba a quererte tanto, Gloria?"

      Y entonces Gloria comprendió quién era él, y supo que, a pesar de no haber sido nunca una chica normal, a pesar de no haber sabido vivir, pudo querer a alguien, pudo abrazarlo y pudo desearlo y pudo sentirlo, y pudo dormirse en su regazo, junto al rellano de la escalera, para no despertarse nunca más.

martes, 30 de julio de 2013

Pisando huellas

      Podríamos haber abrazado mil infiernos y aún seguiríamos fríos. Seguimos el camino. Puedes pisar mis huellas, si quieres. No te dejaré atrás. No por ti, nunca por ti, si no por mí. Por mí no te perderé de vista. Caminamos durante horas, días, años, décadas. Caminamos imparables. Desesperados. Solo sigue. Sigue, camina, corre, anda. Ni siquiera te entretengas para beber.

      Esa es nuestra meta. Donde se han cruzado mil veces las sendas. Donde tú y yo nos volveremos a mirar a la cara sin la más mínima esperanza. Allí es donde terminará todo esto. Así que dame la mano. Dame la mano y aprieta bien fuerte, no te vayas a soltar. Seguiremos adelante con la luz del día, con la luz de las estrellas. Nuestra propia luz, tenue y temblorosa, tendrá que guiarnos en ciertos momentos.

      ¡Pero qué más da! ¡Qué diablos importa! Lo importante es que seguimos adelante. Lo importante es que seguimos vivos y tenemos tiempo de sobra para destrozarnos. Así que solo corre, corre, CORRE. Sigamos adelante, ¿a quién le importa? ESTO ES TODO. NO HAY MÁS. Solo el camino. El camino, a veces tan perfecto, a veces tan corrupto, es lo que le da un mínimo de sentido a todo esto. Así que ponte a correr, una vez más, imparable. No te detengas ante nada. ¿Yo? No te preocupes por mí, yo voy detrás. Pisando huellas.

Isabel

      Me diste un beso en la mejilla y me dijiste que el problema lo tenían ellos, no nosotros. Y yo me empecé a consumir, consciente de mi locura. No te querías dar cuenta de una puta vez y eso nos separó de nuevo, seguramente para siempre.

      Y entonces la conocí. Joder, Isabel, te habría encantado. Estaba tan llena de luz como la primera vez que te vi. Era perfecta. Como tú lo fuiste una vez. Y nos atamos con un lazo rojo, del color de tu pintalabios, y ya nunca nos alejamos. O eso prometimos. Pero, coño, Isabel, tú más que nadie sabe lo que significan los "nunca" y los "siempre" para mí. Ella se fue. Huyó. Murió. Quizás no murió, ¿sabes? pero es así como quiero recordar que la perdí. Porque murió. No fue mi culpa ni fue la suya, simplemente murió. Entiendes que sea así como quiero recordarla, ¿no? Porque sí, seguramente huyera. Con un tipo más guapo, más rico, más simpático que yo. Así que, bueno, ya sabes cómo soy para estas cosas. Por eso preferiría que te refirieses a ella, a partir de ahora, como aquella que murió.

      Así que volví a ti, como siempre hago. Loco, sucio, perdido. Y aquí me encuentro, contándote mi historia, tu historia, nuestra propia historia. Las cosas no duran para siempre, Isabel. Eso lo sé yo y lo sabes tú y lo saben todos. Pero bueno, también es cierto que otras comienzan, otras similares en muchos sentidos. ¿Que por qué vuelvo a ti siempre, Isabel? No tengo ni idea. Yo te podría preguntar lo mismo, pero no lo haré, porque soy un caballero. Así que dejémonos ya de charlas e historias y vayamos al grano. Volvamos a enloquecer, a despedazar nuestra vida de formas imprevisibles. Mátame otra vez, que yo luego te mato a ti, Isabel. Es lo único que nos queda.

viernes, 26 de julio de 2013

Aún olvidada

      Brillas, pero no tanto como deberías. Iluminas el camino, pero, ¿qué camino es ese? Estás hecha de polvo y caos. De luces de ciudad y miel. Y te he esperado tanto que se ha descompuesto mi paciencia. Eres tan increíble, tan imposible. Eres tan estúpida. Eres tan insoportable. Te dejo que te pierdas para siempre porque es lo que mejor sabes hacer. Mientras tanto déjame aquí sentado. Es un sitio tranquilo. Seguramente estaré bien. Tarda lo que quieras. Me es indiferente. Aún olvidada, te seguiré esperando.

lunes, 8 de julio de 2013

Carol

"Ea, ea, ea. Ya ha pasado. Mírame, cariño, ¿parezco asustada? No lo estoy. Estoy tranquila. Quiero que tú lo estés también. Claro que lo que ha sucedido es malo. Y habrá cosas peores. Claro que sufrirás. Lo pasarás mal, peor que nadie. Padecerás el dolor más terrible y morirás sin haber logrado superarlo. Seguramente antes de tiempo. Sí, muy probablemente morirás joven, no vamos a engañarnos. Pero no te preocupes, cariño. Yo estaré al otro lado, esperándote. Yo estaré contigo. Como antes. Como cuando éramos solo nosotros dos. No te preocupes. No te preocupes de nada, mi amor. Morir será bueno para nuestra relación."

viernes, 28 de junio de 2013

Un rincón para no sentarse

      Tengo un rincón para no sentarme. A él voy cuando no necesito descansar. Cuando no quiero sentarme. En él acabo cuando no quiero dormir, soñar, sentir o hablar. Pero sobretodo, es a donde voy cuando no quiero pensar.


jueves, 20 de junio de 2013

No sé

      "Me dejaré matar. No por vosotros, pero sí por mí. Siento que no he nacido para nada más que para ese momento. Ese clímax caótico que a todos nos llega, pero no todos presenciaremos en persona. Esa pesadilla sublime que nos devolverá a la vida, o nos matará definitivamente. Sé que tengo algo importante que hacer, pero no sé el qué. Me descubro temblando en la cama, y no sé porqué. Lloro por las cosas más nimias, y no sé porqué. Sé que no será nada bueno, sé que no salvaré a nadie, que en todo caso romperé algo. Pero no sé el qué.

      Vosotros seguid ignorándolo. Vosotros seguid haciéndoos los idiotas, seguid disfrutando todos y cada uno de los momentos, seguid viviendo esa vida regalada que os acabarán arrebatando. Yo me dedicaré a temer, a esperar y a perder el tiempo."


martes, 18 de junio de 2013

Siempre espero

Erais niños, y la luz del sol os abrazada con delicadeza materna. Erais niños, y las palabras eran viento, y los llantos eran caducos. Erais niños y todo era tan sencillo.
En ocasiones os siento cercanos, amigos, hermanos y amantes de tiempos pasados que vuelven, tarde o temprano, a mi regazo, a mi vera, verita, vera. Otras veces, sin embargo, os encuentro raquíticos, consumidos por instintos salvajes y pasiones destructivas. Me teméis y adoráis con igual magnitud, soy vuestro pánico más racional, vuestra amiga y vuestra condena.

Sois muy viejos ya. No de cuerpo, pero vuestras mentes os piden descanso. Y además estoy yo. Soy tan brillante, tan luminosa, tan dulce y cálida. Yo os recuerdo a ese sol que os bañaba en vuestra infancia. Mi piel es blanca, como el mármol, y suave, y promete el fin de vuestra pena. Y por eso vosotros me recibís con los brazos abiertos, como a vuestra propia madre.

      Henchidos de bravura y cólera, os enfrentáis a mis besos con uñas y dientes, pero no os servirá de nada. Soy de todos. Soy de nadie. Los solitarios se acercan a mí, inconscientes. Los amantes me rechazan, pero en ocasiones se atreven a jugar conmigo. Los suicidas me diluyen en sus botellas de alcohol, esperándome pacientes al final de su último trago. Los niños no me conocen, y los viejos no me recuerdan. Permito que bailéis conmigo al ritmo que marca mi danza macabra, pues hubo un tiempo en el que os traté como a iguales.

Sé que aún sois jóvenes, pero también viejos y caducos como lo fueron una vez vuestros llantos. Y mi mirada se posa en vosotros, y vuestra mirada se posa en mí. Y aunque os sangre el corazón y os duelan los ojos, aunque la calma oculte en su interior un terror vacío e infinito, aunque el fin os abrase la piel y la sonrisa, en lo más profundo, soy paz. Soy paz. Soy paz.

Soy vuestro único amor verdadero, vuestro misterio y vuestro secreto. No hace falta que vengáis a mí, esperaré. No demasiado, pero esperaré.

Soy sombra y neblina, soy gloria y soy derrota. Soy vacío y soy duda. ¿Quién soy? Soy la Muerte, y siempre espero.

lunes, 17 de junio de 2013

Rojiza despedida

      'Al final me tendré que ir. Os dejaré de recuerdo mis recuerdos, que yo no los necesito. Os dejaré como pago todo lo que tengo, que no es mucho, pero sé que sabréis apreciarlo. De todo esto, de todo lo que ha pasado, creo que no comprendo ni un ápice. Solo sé que nunca quise saber nada, y que dejo que todo se hunda, y que siempre quise ser, únicamente, un trozo de carne más en la charcutería. Solo sé que recibí mi merecido, que nunca perseguí nada más que lo que he tenido, que jamás luché por cambiarlo y que las cosas buenas se pudrirán antes de lo esperado, cansadas de arañarme en formas reminiscentes. Y, culpable como soy, no me creo con derecho a pediros nada. Lo único que os pediría, por favor, por piedad, es un coro deslumbrante dándome una rojiza despedida. Pero no pasa nada si no queréis, estoy acostumbrado a que las cosas no salgan según lo esperado. Al final me tendré que ir, pero no me gustan las despedidas porque la gente acostumbra a llorar. Así que, bueno, chao, ya nos veremos.'


domingo, 16 de junio de 2013

La paciencia

      Despierto incandescente y te miro de reojo, te bañas en un pozo de gloria y de despojos. Perdemos los minutos, arrugamos bien el tiempo, el límite es el suelo, brillamos como fuego. Descargamos las armas, bebemos de ilusión, no dejo que te vayas, censuramos el adiós. Y entiendo que son cosas que se funden en los huesos, permito un par de errores y se marchan con el viento. No veo el firmamento, subimos la montaña, seremos los gigantes que dominen la mañana. Rapsodia de hojarasca, tormentas veraniegas, saltar entre universos, no entiendo cómo juegas.

      Juegos de niños, escondite en la neblina. Luego me explicas, que me pierdo en tu alegría. Observamos lo pasado desde un punto traicionero, tú entiendes el engaño pero yo parezco ciego. Y esperamos algo extraño que se te hace conocido, yo  soy paciente y tonto, pero desagradecido.

sábado, 8 de junio de 2013

Ruido blanco

      Eso es el ruido blanco. Indescifrable, disperso, extraño, confuso. Dejaré que se pierda. Ya no me importa. ¿A quién coño le importa? Yo no quiero un ruido blanco. Yo quiero una canción. No es la misma frecuencia. No sonamos al mismo compás. No hay nada que arreglar, porque nunca estuvo roto. Solo lejano. Lejano e improbable. Como el ruido blanco.

viernes, 7 de junio de 2013

Diosa

No me temas, quédate,
no te largues, fíate.
No he matado a mis demonios,
ni los niños están bien.
Mi mirada es enfermiza
y se me pudre la piel.
Yo estoy hecho de desgarros,
tú aún añoras el ayer.
No encajamos en el puzle,
nada de esto saldrá bien.
Pero rascaré la suerte,
No me temas, quédate.

Compraremos las aceras
para así no compartir
nuestro amor de quinceañeras
y las ganas de vivir
en un pisito vacío,
solo para ti y pa' mí.
No recuerdo qué es lo que he sentido
 si te vas de aquí.

Borracha de amor y whisky,
decides no discutir,
pero en tu interior te arañas,
"Ay, desgraciada de ti,
no saldrá como tú quieres,
esto no saldrá así.
Disfrutemos mientras puedas
antes de que llegue el fin."

Y compramos las aceras
para así no compartir
este amor de quinceañeras
y las ganas de vivir
en un pisito vacío,
que está cerquita de aquí.
No recuerdo qué es lo que he sentido
si te vas de allí.

Perdimos el equilibrio,
se rompieron las cadenas.
Empezaron los enfados,
se olvidaron las promesas.
Enraizaron los rencores,
y la ira contenida
abrió paso a las putadas,
que es lo que mueve la vida.

No compramos las aceras
ni quisimos compartir
ese amor de quinceañeras
y las ganas de vivir
en un pisito vacío,
solo para ti y pa' mí.
Y olvidamos qué es lo que sentimos
tras irnos de allí.

domingo, 2 de junio de 2013

Arañazos

      Otro día más. Ximena Silva se mira en el espejo. Se limpia con calma los restos de maquillaje de la noche anterior. Se lava la cara. Sonríe, y el espejo le devuelve la sonrisa. No recuerda cuánto bebió. No recuerda en qué bares estuvo, cuántos porros se fumó. Ni siquiera recuerda con cuantos desconocidos tuvo relaciones sexuales. Una noche gloriosa, piensa para sus adentros.
      Xim llega a la cocina. Izzy desayuna sentado en la mesa, aún en pijama, con la mirada fija en ningún punto en concreto. Xim besa a su hermano en la mejilla y le roba una tostada.
- Ayer llegaste muy tarde -Izzy parece molesto.
- La cosa se nos fue un poco de las manos -Xim se prepara un café y se sienta sobre la encimera, justo enfrente de Izzy-, tenías que haber venido. 
- No. ¿Qué plan tienes para hoy?
- Es sábado.
- ¿Lo de siempre?
- Lo de siempre.
      Lo de siempre consiste en terminar de desayunar y volver a la cama. Despertarse para comer, y volver a la cama. Despertarse para ducharse, vestirse, arreglarse, y salir de fiesta con sus amigas, una vez más. Beber, fumar, bailar... y al día siguiente dormir, comer, dormir. En eso consisten sus fines de semana. Es como un bebé. Un bebé capaz de volver locos a todos los tíos de la discoteca. 

- ¡Qué guapa estás!
      Xim apenas reacciona ante el cumplido de su amiga Susana, pero se fija súbitamente en el chico que la acompaña.
- ¿No nos vas a presentar? -le dice a Susana, sin apartar la mirada.
- Oh, sí, este es mi novio Cristian.
      Xim le da dos besos, e inmediatamente después le dice un par de cosas al oído que Susana no logra escuchar. Cristian sonríe. La noche acaba de empezar, y ya ha atrapado a su primera presa. Cuando se trata de Ximena Silva, no existen las amigas, no existen las normas sociales, no existe la piedad.

- Este bar es un asco- se queja Cristian. 
      Hace ya dos horas que Xim ha quedado con Susana y su novio, y ninguno de los tres va ni un poco sobrio. Susana ha ido al baño. Cristian no es precisamente sutil.
- Si quieres vamos a otro sitio- Xim le dedica su mejor sonrisa.
- ¿No esperamos a Susana?
- Ya nos encontrará.
      Salen del bar. Cristian la arrincona contra una pared. Xim le besa. Susana es historia, por lo menos durante la hora que se pasan yendo de una discoteca a otra, bebiendo, fumando, olvidándose de ella. Pero la ciudad no es grande, y Susana acaba encontrándolos. 
- ¡Hija de puta! -el gruñido sobresalta a Xim, que se aparta rápidamente de Cristian.
- ¡Susaaaana! -intenta hacerse la tonta-. ¿Dónde te habías metido?
- ¡ZORRA! -Su antigua amiga se abalanza sobre ella, agarrándola del pelo con ira-. ¡Es mi novio, zorra!
      Xim empieza a reírse. Susana la golpea. La araña. Ella apenas se defiende. Lo está disfrutando. 
- ¿¡De qué coño te ríes!?
      Cristian, que lo observaba todo sin atreverse a actuar, espabila por fin y agarra a Susana, separándola, no sin dificultades, de la que supuestamente era su amiga. Xim tiene el pelo hecho un revoltijo, sangre en el labio y un profundo arañazo en la mejilla, y Susana llora de rabia.
- ¡SE SUPONE QUE ERES MI AMIGA! -gime, impotente, pero Xim no responde, solo coge a Cristian de la mano y ambos salen corriendo entre risas-. ¿ES QUE NO TE IMPORTA NADIE, MALDITA HIJA DE PUTA?

      Xim y su última adquisición se besan, tumbados en un banco, en el parque que hay al lado de su casa. Ella nota como Cristian está cada vez más excitado.
- Mi casa está muy cerca de aquí -dice él.
- La mía más -responde Xim.
- Genial.
- No, genial no -le aparta de encima de un empujón-. Me voy. 
      Cristian no da crédito. Se queda mirándola, alucinado, mientras ella le da la espalda y se marcha contoneándose.
- ¿Es en serio? -Xim no responde-. ¿Me vas a dejar así? ¡Acabo de mandar a la mierda a mi novia por ti!
      Ese es mi juego, piensa Xim. Quizás Susana tenía razón. Quizás no le importa nadie. Pero, ¿y qué más da? Xim llega a su edificio. Entra en el ascensor y se mira en el espejo, palpándose con orgullo la herida de la mejilla, limpiándose con la mano el rímel corrido. Llega a su piso, saca las llaves de su bolso y abre la puerta de su casa. No depender de nadie. No sufrir de amor, de desengaño, de pérdida... Son todo ventajas, ¿no?
      Enciende la luz. Un rastro de sangre en el pasillo. Se le borra la sonrisa de la cara.
- Izzy -llama desde el umbral, pero nadie contesta-. ¡IZZY!
      Corre a la habitación de su hermano, donde lo halla en el suelo, apoyado en la pared, rodeado de papeles desperdigados y con el cuello, la cara y las manos ensangrentados. 
- Izzy, no me jodas -se sienta a su lado, lo abraza.
- No puedo, Xim. No puedo más -solloza Izzy.
      Ximena echa un vistazo a su hermano, preocupada. Tiene varios cortes superficiales en los brazos y se ha arañado con rabia la cara y el cuello. También ha golpeado la pared hasta hacer sangrar sus nudillos. Xim comienza a mecer a su hermano con suavidad. 
- Ya está, Izzy -le besa la frente, le seca las lágrimas-, ya ha pasado todo.

      Otro día más. Ximena Silva se mira en el espejo. Se limpia con calma los restos de maquillaje de la noche anterior. Se lava la cara. Sonríe, y el espejo le devuelve la sonrisa.


sábado, 1 de junio de 2013

Los inconscientes

      El tiempo avanza muy lento en esta maldita ciudad. Es lo único que sé ahora mismo. Hace un año que Carol se fue. Me han parecido miles. Miles de años condenado a esta... vida. ¿Se le puede llamar vida?
      Mi hermana me mira fijamente desde el otro lado del local, apoyada en la pared mientras da sorbos a su lata de cerveza. Sabe que me pasa algo, pero supongo que no sabe el qué. Aparto la mirada. No puedo evitar contener el enfado. Carol murió hace justamente un año y nadie parece acordarse. O se hacen los tontos, los ciegos, los sordos, los inconscientes.
      Constan y ZD charlan animadamente con Amelia, nuestra nueva compañera de piso. Mi hermana Ximena y ella han hecho buenas migas, y hoy la ha invitado a venir a beber a nuestro punto de encuentro, un local viejo en el centro, propiedad de los padres de ZD. Doy un trago a mi refresco e intento aislarme una vez más, regresar a mi mundo, mi mundo con Carol. Pero no puedo. Cuando vuelvo al mundo real, descubro que ya no solo Xim, si no todos mis amigos, incluida Amelia, dirigen su atención hacia mí, preocupados.
- ¿Te pasa algo, colega? -me pregunta ZD, entre intrigado y burlón-. ¿Te ha sentado mal tu zumito de uva?
      Xim se acerca a mí, propinándole en el camino una colleja a ZD. Se sienta sobre mis piernas y me besa en la frente.
- Has tenido un día raro.
- No.
- No soy ciega, Izzy.
- Déjame, Xim.
      Ximena se masajea los ojos. Está borracha. Borracha y preocupada por mí. Como siempre. No deberíais preocuparos por mí, deberíais dejarme en paz de una puta vez, deberías atender a vuestros propios problemas y permitir que me consuma, poco a poco, hasta morir.
      Noto que Amelia no se encuentra precisamente cómoda. Es la única que no sabe qué diablos está pasando. Constan ha agachado la cabeza, seguramente para que nadie le vea llorar. ZD se limita a apoyar su mano en mi hombro. Gracias, ZD, pero si es lo máximo que puedes hacer para animarme, no te molestes.
      Ximena da otro sorbo de su cerveza, se acomoda en mi regazo y comienza a acariciarme el pelo.
- Nadie se ha olvidado de Carol, Izzy -cualquiera lo diría-. Pero necesitamos pasar página.
      ¿Pasar página? Pasad página, por supuesto. Seguid con vuestras vidas. Búscate una nueva mejor amiga, Xim. Amelia parece una buena opción. ¡Genial, Xim, sal con Amelia! ¡Te olvidarás pronto de Carol! Y tú, Constan, puedes olvidarte de ella también. Tampoco erais tan amigos, al fin y al cabo. ¡Estuvo, pero ya no! ¡A quién le importa! ¿Qué me dices tú, ZD? La conocías desde, ¿cuándo? ¿desde que teníais diez años? ¡Tú mismo nos la presentaste!
- Sé lo que estás pensando -Xim se encoge de hombros-. No me importa. Seguiremos adelante.
- Es lo mejor, Izzy -la apoya ZD.
      Constan se limita a asentir con la cabeza, sin llegar a levantarla. Amelia nos mira a todos con cara de situación, pero no dice nada.
- Bien. Pasad página -aparto a Xim de forma un tanto brusca y me levanto de la butaca. Me dirijo a la salida del local, temblando de ira-. Yo me quedaré atrás. Con ella.
      Doy un portazo con todas mis fuerzas, lo que me hace sentir mucho mejor. Más calmado. Iré a casa, me acostaré. Intentaré dormir. Y así terminará el día. El día que se cumple un año del asesinato de mi novia.

Foto: xvadix

viernes, 31 de mayo de 2013

Huellas en el jardín

- ¿Por qué te escondes?
     Carol no responde. Solo se da media vuelta y sigue corriendo, alejándose de mí una vez más. Miro a mi alrededor. Estoy en un bosque luminoso, cálido y de aspecto inmortal. Hace tan solo cinco minutos me había quedado dormido en el sofá del salón. Pero ahora... ahora estoy aquí. Sé que se trata únicamente de un sueño. Sé que es una de las ilusiones de Carol, una artimaña. Necesito a Carol para vivir, y ella me necesita a mí para seguir existiendo. Y este es nuestro rincón, nuestro plano de existencia. El bosque favorito de Carolina Bianco. El lugar que siempre soñó. Aquí es donde siempre nos encontramos. Pero no así.
      Carol nunca huye. Carol nunca desaparece entre la maleza. Jamás se aparta de mi lado. Pero esta vez sí. Echo a correr detrás de ella, dejando atrás árboles y matorrales de colores imposibles. Carol se gira hacia mí de vez en cuando, solo para comprobar si sigo allí, pisando sus huellas, bebiéndome su rastro.

      La he perdido de vista. Se ha desvanecido. El bosque se ha tornado más sombrío y ya no se parece a nuestro particular jardín del Edén. Me estoy asustando.
- ¡Carol!
      Nadie contesta.
- ¡CAROL, DÓNDE DIABLOS ESTÁS!
      Tengo miedo, Carol. Tengo tanto miedo sin ti. Se me encoge el estómago. Me duele la cabeza. Me miro las manos, y las siento tan viejas, tan arrugadas, tan efímeras... todo por su culpa. Tengo que encontrarla. Escudriño todos los rincones del claro en el que me encuentro. Por favor. Por favor, por favor, Carolina. Aparece ya.
      Sigo corriendo. Oigo algo, un sonido lejano. Una melodía tenue, lenta, calmada. Dolorosamente familiar. El bosque en sombras desaparece y despeja el camino a una llanura reluciente, infinita, un mar de hierba dorada que brilla de forma irreal. De nuevo la melodía, pero ahora suena más cercana. A unas decenas de metros, en el centro de la llanura, Carolina Bianco. Bailando lentamente al ritmo de nuestra melodía. Mirándome. Mirándome de esa horrible forma, de esa desgarradora forma que me despedaza el corazón. Mirándome con esos ojos que me dicen, sin un ápice de piedad, "Recuérdalo, Izzy. Estoy muerta."




No sabe nada

- Acabaré cayendo. Todos caemos.
- Caeré contigo. Lo sabe Dios.
- Dios no sabe nada.


jueves, 30 de mayo de 2013

El aniversario, segunda parte

- ¡Hola!
      Me giro hacia mi alegre interlocutora, devolviéndole el saludo con un gesto con la mano.
- ¿Un mal día? -me pregunta mientras se sienta en el sofá, justo a mi lado-. Tienes cara que haber pasado un mal día.
- Regular -me limito a responder. Amelia me mira fijamente, como esperando una respuesta más extensa-. ¿No tienes nada que estudiar?
- He decidido que quiero conocerte mejor -me dedica una sonrisa de oreja a oreja, dispuesta a interrogarme hasta el hastío-, no sé prácticamente nada sobre ti.
- Llevamos compartiendo piso, cuánto, ¿cuarenta y ocho horas? No sé qué esperabas saber sobre mí.
- Todo, bobo -me propina una golpecito en el hombro, tomándose, a mi juicio personal, demasiadas confianzas para conocerme desde hace solo dos días-. Tus sueños, tus esperanzas, tus pesadillas, tu peso ideal...
      Ríe burlona, y yo quiero levantarme del sofá, darle la espalda y no volver a ver su cara hasta mañana. Sin embargo, hay algo que me lo impide. Carol me observa desde el otro lado del salón, decepcionada. Joder, no. No me mires así, Carol. No quiero seguir hablando con esta maldita cría.
- No tengo sueños. Los sueños se rompen.
      Amelia deja de reírse y se pone muy seria de pronto.
- O sea, que eres un amargado.
- Soy un amargado -no pienso discutir con ella. Hoy no.
      Se levanta del sofá y empieza a dar vueltas por el salón, bailando tan arrítmicamente la canción que suena en la televisión, que me pone nervioso. Contonea sus caderas como si le fuera la vida el ello, y agita su corta melena castaña de forma casi ortopédica. Se gira hacia mí, se echa a reír estúpidamente y sigue bailando. Repite la humillante escena un par de veces más antes de rendirse. Ha entendido que no va a conseguir hacerme sonreír.
- Un amargado de los de cuidado. ¿Cómo consigues no suicidarte cada vez que amanece un nuevo y hermoso día en tu gris y vacía vida?
      No respondo, solo me encojo de hombros. Quizás porque no me da la gana responder. Quizás porque yo me pregunto lo mismo todas las mañanas.
     Tras varios fallidos intentos de entablar una conversación, Amelia parece resignarse. Carol se encuentra a su lado, como intentando hacerme sentir culpable. Pero no voy a ceder. Es un mal día. Es un horrible día. Hoy hace un año. Un año entero. Hoy tengo derecho a ser un hijo de puta.

Foto: Roinja

miércoles, 29 de mayo de 2013

El aniversario, primera parte

      Es un mundo raro. Es un mundo imprevisible, pienso. Apuro mi cigarro y me tumbo en la cama. Necesito una siesta. Carol me mira desde el otro lado de mi habitación, sentada en un taburete. Su vestido blanco, impoluto, su melena, lisa, azabache, infinita. Me doy la vuelta en la cama, no me apetece hablar. Pero ella está ahora tumbada a mi lado.
- Hoy hace un año - le digo, rompiendo el silencio. Sonríe patéticamente, y mis ojos se humedecen. 
- ¿Cómo lo llevas? 
- Lo llevo - le doy la espalda de nuevo, y ahí está, otra vez, en el taburete, junto al escritorio.
- Te echo de menos, Izzy.
- Yo también. 
Cierro los ojos, deseo que se largue, pero Carol no parece captar la indirecta y sigue hablándome.
- ¿Me vas a contar qué tal es tu nueva compañera de piso?
- Amelia.
- Amelia. Es guapa.
- Cállate, por favor - agarro la almohada y se la lanzo con fuerza, pero ya no está ahí. 
      Me hace un mohín desde el umbral de la puerta. No quiere entender que no es el momento. Un día como hoy, no quiere entender que estoy roto, que solo quiero aislarme del mundo real y no pensar en nada más. Ojalá pudiera golpearla en este mismo instante.
- Por favor, Carol. Por favor. Vete.
Carol parece enfadarse. 
- Eres imbécil - me responde. 
      Y yo intento replicarla, pero ya no está. Una vez más, estoy solo en mi habitación, y todo lo que queda de Carolina Bianco es una carta en la estantería y una foto suya colgada en la pared.

Foto: Nemisia

martes, 28 de mayo de 2013

La primera llama del incendio

Plano detalle de tus manos, frágiles, encendiendo una pequeña cerilla. Un primer plano de tu rostro. Lo he visto relucir con la intensidad de una linterna en un pozo de sombras, pero hoy lo noto apagado. Rímel corriendo por tus mejillas. Plano medio de tu cuerpo, diminuto, delgado y dócil, acuclillado sobre la hierba. Un plano general, tuyo y mío, en un claro del bosque. Quiero detenerte, pero estoy inmóvil. Primerísimo primer plano y me miras sonriendo. Una sonrisa tan desgarrada, unos labios tan temblorosos, que entiendo que ya no puedo pararte. Un plano detalle, y tus manos acercando la cerilla a la hierba seca. Me miras. Te confiesas con la mirada. Tus ojos te delatan. Un "lo siento", y entonces, el incendio.

Gran plano general. Bosque y fuego.

Foto: Aaron Nace

domingo, 26 de mayo de 2013

Ciudad de vacío

Y ahora tengo la sensación de que la tormenta no está en mi cabeza, si no en mis entrañas. Se bebe cada uno de mis pasos y los convierte en una pulpa sombría, en un hediondo rastro de tinta negra que reescribe mi pasado y destroza lo vivido. Ahonda en lo más profundo de mi mente y despedaza sin un ápice de piedad todas las cosas buenas que aún quedan en ella. Es diciembre en esta ciudad, mi ciudad. La ciudad vacía en la que solo yo me alojo. Porque solo quedo yo. Yo y nadie más. Se ha hecho de noche antes de que se ponga el sol, aquí, en mi ciudad vacía. Es demasiado tarde para empezar a vivir, y no hay marcha atrás que valga. Y la tormenta, esa sombra que me sigue allá a donde vaya, me rodea y constriñe con más fuerza cada vez, quizás rencorosa, quizás inconsciente. La tormenta me odia y me ataca aquí, en lo único que me pertenece, en mi ciudad de vacío.

Es diciembre en mi ciudad de vacío. Hoy. Mañana. Ayer.

Siempre es diciembre en mi ciudad de vacío.

Foto: Jevgenija Bitter

domingo, 19 de mayo de 2013

Manifiesto de Pandora

      Es tan infinito el lienzo como el tiempo. ¿Cuándo va a terminar todo? ¿Por qué esta opresión, tan profunda, tan en el fondo? ¿Qué diablos somos? Hay lugares de los que nadie regresa jamás. Hay fronteras que nunca nadie ha traspasado. Hay tanto. Y no entendemos nada. Es devastador. Oprime el saber. Oprime el desconocimiento. Hemos nacido para vivir oprimidos. Oprimidos por la verdad, la mentira, el tiempo, el infinito. Las alianzas más fuertes se separan. Justo antes del final, todo termina. Y después, el caos. He pensado tantas veces en ese caos, que lo siento mucho más cercano. Más real que el orden. Más real que la propia vida. Existen tantas posibilidades de todo. En un lienzo infinito, las posibilidades son infinitas. Los números lo son, ¿qué vamos a decir de las oportunidades? Todo infinito. Todo eterno. Todo efímero.

Foto: Daniel Jaén

      ¿Me entendéis ahora cuando digo que lo único que quiero es huir? Es demasiada presión en mi diminuta mentalidad humana. Es demasiado en lo que pensar, y el tiempo es insuficiente. El tiempo, tan infinito como todo lo anterior, es irrisoriamente insuficiente. Solo somos criaturas nacidas por azar. Somos lobos, perros, gatos, simios, moscas. Animales. Bestias. Pero no, no podíamos ser iguales. Yo no pedí pensar. Yo no pedí una vida de dudas, una existencia de angustia. Yo no pedí esta maldita tortura. Nunca quise formar parte de este caos consciente, de esta matanza indiscriminada de sueños en la que consiste vivir. ¿No merezco paz? ¿No merezco seguridad? Merezco ser feliz. Merezco que no me pisoteen. Todos lo merecemos. Y cuando no lo recibimos, cuando no tenemos lo que nos merecemos, es cuando nos convertimos en monstruos. He perdido tanto tiempo intentando comprender las cosas, que hasta hacía poco no me había dado cuenta de la de momentos que no he podido vivir. Destruimos con y sin conocimiento. Somos el villano del cuento. Bienvenidos al libre albedrío. El libre albedrío es lo que nos permite elegir, lo que nos permite crear. El libre albedrío creó las pirámides, las ciudades, los libros. El libre albedrío creó la mentira, la piedad, la corrupción, el poder. El ser humano, rebosante de libre albedrío, creó al Diablo. ¿Me entendéis ahora?

viernes, 17 de mayo de 2013

Justo antes del final

Justo antes del final, escribiré de cuando nos fumábamos los defectos. Escribiré de nuestro paso por el mundo, invisible pero glorioso. Escribiré de pasiones inverosímiles y de momentos sempiternos. Pero no de ti. No escribiré de ti.

No intentes pararme. Justo antes del final, no intentes detener esto. Soy débil. Soy cobarde. Soy compasivo. Pero también soy orgulloso. Más que nadie en el mundo. Hay palabras más vacías que el silencio. Hay miradas más dañinas que un insulto. Desaparecer es tu aventura, no la mía. Ve tú delante, que yo te alcanzaré más tarde, cuando ya te haya olvidado. Ve tú delante, despeja el camino. Ve dejando piedras en el sendero, piedras guía que yo convertiré en rencor. Ve tú delante. Con suerte, antes de que se ponga el sol, justo antes del final, te habré perdido de vista.

Fotografía: Tom Hoops

miércoles, 15 de mayo de 2013

La alambrada

Jugamos, gritamos, retuerces la alambrada, cuando llegue el final tu ascensión será dorada. En pozos de vacío, en templos de esmeralda, un fuego denso y frío romperá de madrugada. Un punto, infinito, negro, indolente, se abre en tu pecho, me encuentra entre la gente.

Camino, descanso. Los dedos en la arena. Sonríe, sigue atento. No llores, no des pena. Atravieso las playas, el sol y la montaña, me pierdo por fronteras, te encuentro, te callas. Perdemos el momento y al final no das la cara, me encierro, me arrepiento, lo dí todo y tú nada. Se han largado los cuentos, los "te quiero", la esperanza, no queda nada cierto, te rompes, te arañas.

Camino, camino, desgasto la calzada. Te olvido entre la bruma que ornamenta la mañana. Y vuelvo al viejo muro, pasajes de cloacas, regreso a los cimientos, llego de madrugada. Te vas y lo lamentas, mil cosas no pasadas, lo ves injusto y negro, oxidas tu mirada. Y se cierran los hechos, sonríes, no caigas. Te he dejado marcharte y no me importa nada.

viernes, 10 de mayo de 2013

Maniobra de Heimlich

Suena Johnny Cash en la doscientos treinta y tres,
has tirado un vaso y ha caído del revés.
Lo he intentado todo pero no ha salido bien
y has torcido el rumbo de las leyes.

Nos bañamos con lo puesto, no me vayas a robar
los recuerdos y el dinero que gané haciéndolo mal.
y he logrado con el tiempo apaciguar mi tempestad
y te encuentro ahogada en la bañera.

Desfibrilador, por Dios despierta de una vez,
maniobra Heimlich, no te vayas aún, joder.
Dime algo, puta, no te volveré a perder,
y la ley de Murphy nos golpea sin querer,
y allá te vas,
y yo tras de ti.
Y aún no conjugamos bien el verbo "despedir",
y no corras más,
porque voy tras de ti.
Y te encuentro inerte como un puto maniquí.

Y me aferro al hierro que cubre tu odio por mí,
y te saco de los pozos donde te ibas a fundir,
puñetazo en mi mejilla, "esto no termina así",
y te vas, así mejor, ramera.

Han pasado muchos meses y no puedo recordar
la fuente que dio comienzo a nuestro odio irracional,
dos bestias incongruentes de mentalidad fatal,
somos la basura de este mundo.

Me llamas por la mañana, en tu voz noto el pavor,
"Ya no puedo más, me voy" yo: "No lo hagas, por favor".
Llego sudoroso a la doscientos treinta y tres,
sin saber aún lo tarde que es.

Desfibrilador, por Dios despierta de una vez,
maniobra Heimlich, no te vayas aún, joder.
Dime algo, puta, no te volveré a perder,
y la ley de Murphy nos golpea sin querer,
y allá te vas,
y yo tras de ti.
Y aún no conjugamos bien el verbo "despedir",
y no corras más,
porque voy tras de ti,
Y te encuentro inerte como un puto maniquí.

Por Dios no corras más,
porque voy tras de ti,
y aflora el pasado en el que fui una vez feliz.
Que no corras más,
porque voy tras de ti,
maniobra Heimlich en tu inerte maniquí.

Suena Johnny Cash en la doscientos treinta y tres...

jueves, 9 de mayo de 2013

Los abrazos suicidas

Nos daremos los abrazos más suicidas
en tormentas de consuelo y de placer,
en los rastros temblorosos de otras vidas,
en sonrisas dibujadas
sin mirar y sin querer.

Perderemos la conciencia y los recuerdos,
añorando los silencios del ayer,
destrozando todo a base de venenos,
disfrazados en cubatas
de ginebra o de ron miel.

Ves que aquí se ha hecho tarde,
que anochece más temprano cada vez.
Ves que quise engañarte,
que pude olvidarte,
pero estás hecha de venas de papel.

Tiempo y luz


martes, 30 de abril de 2013

Veintidós

Nací en el regazo de un moribundo abril, mecido por los brazos de una nueva década. Me he arrepentido de tantas cosas, desde entonces, que podría perder la cuenta. Pero las cosas buenas... las cosas buenas han estado ahí. Las cosas buenas que arrancan sonrisas, que diluyen los malos recuerdos. Las cosas buenas también se acaban. Los momentos perfectos no van a volver. Vendrán otros tan perfectos como los anteriores, quizás mejores, pero no serán los mismos. Y, como un niño que pierde a su peluche, yo no quiero algo mejor, yo quiero algo que ya tenía. Yo añoro los mejores años, y de forma innata rechazo los nuevos que vendrán. Tengo veintidós.

Y doce, y ocho. Tengo seis. Tengo tres. Tengo uno.

lunes, 29 de abril de 2013

El camino

      Dibujamos nuestro propio camino. Nos ahogamos en nuestro propio fango. La culpa, al fin y al cabo, es nuestra. La culpa de todo.

sábado, 27 de abril de 2013

Nuestros propios dioses

      Soy el hombre que conduce, gris y somnoliento, todas las mañanas camino de la oficina. Soy el niño que nació en el bosque, que creció en el desierto, que envejeció en la estepa. Soy civilizado y a la vez salvaje. Soy la mujer de memoria torcida que sigue tus pasos con la mirada, intentando rescatar tu recuerdo de sus momentos casi olvidados. Soy el artista callejero, de barba añeja, que te retrata torpemente en el paseo que hay junto a la playa. Soy un rostro angelical manchado con la sangre de mis padres, o una faz destrozada por la mala suerte que busca un lugar en el mundo. Soy terrible, soy impuro, soy celeste y soy perfecto. Soy mentiras, negocios, recuerdos, verdades, insulto, belleza. Soy todo lo que nunca quise ser, y no tengo nada de lo que siempre añoré. Soy rico, pobre, anciano e infante.

      Estamos formados de sangre, agua y suerte. Nacemos del polvo y morimos en polvo. Somos tantos y tan diferentes, y a su vez somos un único algo. Somos nuestros propios dioses, y nuestros propios demonios. Libres y presos. Somos duales. Seis mil millones de cuerpos, doce mil millones de personas.

jueves, 25 de abril de 2013

Conexiones inconexas

Nuestros Dioses (opinión) no son más que un burdo intento de dar una falsa finalidad al todo. Hemos creado algo que nos ha creado, a su vez, a nosotros. Una paradoja eterna. Puta mierda.

No soy ateo. No soy religioso. (Qué. Qué. Qué.) No pongo en duda un posible algo, pero jamás verteré mi confianza sobre aquello que nadie me ha enseñado a comprender. Viviré con el alma siguiéndome ciegamente, y moriré con el alma abrazándome los huesos, victoriosa en su carrera. Puta mierda.

Dos conceptos. Ambos serán finales y ambos serán principios de grandes luces, bolas de entendimiento que nacerán (y ya nacieron) en el tiempo adecuado y preciso. Viviré impaciente por no vivir, aventurero explorador el que se enfrente a los enemigos a golpe de culata. Puta mierda (Puta mierda. Puta mierda.)


martes, 23 de abril de 2013

Ella

      Se ha desayunado sus recuerdos. Se ha follado sus aspiraciones. Se lo ha arrancado todo de sus manos temblorosas y lo ha convertido en polvo. El pasado queda en nada. El presente queda en nada. El futuro huele a nada. 

      ¿La vida es bella? ¿¿La vida es bella, gilipollas?? La vida es una zorra sádica. La vida toma algo hermoso y lo convierte en putrefacción. Lo reduce a fotos polvorientas y memorias ajadas. Me está quitando algo tan, tan inmensamente importante, que me destroza las entrañas. Que no me deja vivir. 

      ¿Qué ha cambiado en mí? ¿Qué me ha pasado? La pregunta. Esa pregunta. ¿Merece ahora la pena el simple hecho de intentar ser feliz? ¿Merece el esfuerzo?
Nadie me responde, pero ya sé que no. No valen la pena las sonrisas. No valen la pena las mentiras, los bailes, las estupideces, todo aquello que no es si no un fútil intento de ser feliz. Si alguna vez lo soy, no será por méritos propios. No vale la pena nada.

      ¿Y sabes qué es lo peor de todo? Que se va a morir. Que se está muriendo, y esta vez no podemos hacer nada.

     

      No me la quites, por favor. Aún es pronto. Aún no estamos preparados. Me la quieres quitar y no estoy preparado. ¿No entiendes que es nuestra? ¡No deberías tener ningún derecho sobre ella! 

¡¡¡NO DEBERÍAS PODER DECIDIR POR NOSOTROS, GRANDÍSIMA HIJA DE PUTA!!!

Nos romperemos

      Si es necesario romperse, nos romperemos. Bailaremos con ventiscas de ceniza, jugaremos entre edificios en llamas. Beberemos del mar y comeremos del suelo. Lo daremos todo antes siquiera de tenerlo. Convertiremos el sacrificio en regalo, la mentira en piedad y el sueño en momentos infinitos. Vamos a transformar el sufrimiento en un caos tan imprevisible que caeremos víctimas del desconocimiento, de una ataraxia mantenida sin una pizca de equilibrio, de algo insostenible que, sin embargo, se sostiene.

      Aprenderemos a ser, no necesariamente siendo. Nos ganaremos a pulso nuestro lugar en el Infierno. Lo que nos va a pasar lo viven todos pero nadie lo comprende. Si es necesario romperse, nos romperemos.

martes, 16 de abril de 2013

Cabrón insolente

No nos cura. No arregla las cosas. Nos destruye. Nos masacra indiscriminadamente como si fuéramos insectos. Arruga la carne y resquebraja los deseos. No nos pone a cada uno en nuestro sitio, más bien nos arranca despiadadamente de él.

El tiempo es un cabrón insolente que nos lo quitará todo sin pedirnos nuestra opinión. Nos conduce directos e imparables por un sendero desolador que corrompe nuestros pasos y los transforma en sierras devoradoras de recuerdos. Hará que perdamos lo que una vez anhelamos. Nos consumirá por dentro y por fuera y se reirá en nuestras caras acartonadas a través de ecos pasados surgidos de fotografías descoloridas.

¿NO LO ENTIENDES? EL TIEMPO ES EL HIJO DE PUTA QUE NOS VA A DESTRUIR. NOS VA A DESTRUIR A NOSOTROS Y VA A DESTRUIR TODO LO QUE QUEREMOS Y NO HAY FORMA HUMANA DE EVITARLO. JODER.

JODER JODER JODER JODER JODER.

QUÉ HACEMOS. QUÉ VAMOS A HACER. QUE ALGUIEN ME LO DIGA. NECESITO QUE ALGUIEN ME LO DIGA, POR DIOS.


lunes, 15 de abril de 2013

El peor ejemplo

      "Vosotros veis trascendencia en los libros, en las historias, en las miradas y en los ideales. Vosotros amáis y sentís tanto que os hace daño, os desconsuela y os enloquece. Vosotros lloráis por las amistades rotas, por los amores rotos, por los pasados rotos. Las canciones encienden los sentimientos, y los recuerdos, el corazón. Los sueños avivan otros sueños y los deseos son llanos e inamovibles.

      La imparcialidad no está en vuestro diccionario, la objetividad es solo una palabra y la lógica quedó encerrada en el fondo del armario.

      Lo veis todo clarísimo durante dos días, diez, mil. Y entonces se rompe todo y se hunden los cimientos. ¿Han valido la pena las cosas buenas? ¿Querrás haber vivido esa historia de amor cuando él se vaya con otra, cuando ella muera?

      Mientras tanto, yo esperaré, intrascendente. Dormido en mi vil inhumanidad, aletargado por años y décadas de no sentir. Mientras vosotros padecéis, vivís y gruñís, yo escribiré intrascendencias, observaré intrascendencias y desearé con toda mi alma vuestras estúpidas trascendencias.

      ¿Lo veis? ¿Veis lo fácil que es sentir dolor? ¿Veis que vuestras rupturas, vuestras historias, vuestros lloriqueos y vuestros desengaños no son nada? ¿Veis que llorar por alguien os convierte en las personas más afortunadas del mundo?

      Lo perderéis todo y entonces habréis sabido vivir. Venid entonces a llorarme a mí, soberano de nada, porque vuestro consuelo será mi único consuelo.

      Seré efímero. Seré una pisada en el desierto.

      Seré el peor ejemplo."


domingo, 14 de abril de 2013

Que no me baile el agua

Que no pido un milagro ni una sorpresa ni un imposible. Que no quiero sueños, ni películas ni irrealidades hechas realidad. Pero quiero un algo.
Que no me bailes el agua. Que no te sometas, no me halagues. No quiero putas condescendencias ni piedades ni misericordias. No quiero que me engañes con falsas esperanzas. No quiero tener que inventarme sentimientos, ni felicidades, ni patrañas improbables que den para novela. Lo que quiero es una verdad difícil de quebrantar. Que nada nos hunda. Que nada nos rompa. Que si la mierda nos tiene que cubrir, salgamos de ella tan pulcros, que destellemos al sol.

Yo lo que quiero es vivirte. Pero no sé quién eres.

Serena la carne

Es tan puro. Es un gesto tan puro, tan desinteresando, que logra consolarnos. Lo que no logran los besos, las palabras, los lamentos o las cartas, lo logra un abrazo. El contacto más real, más eficiente. Las cosas se acaban y tú no sabes por dónde vas a escapar. Que esta vez no hay salida de emergencia. Que lo malo llegará. No es una amenaza, no es un peligro potencial, no es la pesadilla que tuviste anoche. Es una realidad que va a acabar con todo. Desesperas porque esa realidad te oprime tanto las costillas que quieres vomitar. Deseas correr y correr y fundirte en el tiempo porque sería la única forma de que esto terminase. Pero es tan improbable que lloras. Tienes miedo. Un miedo que ahoga.

Y entonces, un abrazo. Un abrazo que no pediste. Un abrazo dado sin tu permiso. Una pequeña perla en medio de la tempestad. Serena la carne y el alma. Sigues teniendo miedo. Sigues respirando miedo por cada uno de los poros de tu piel. Pero es suave. Un miedo suave, latente, que aprieta, pero ya no ahoga. El miedo es puro, pero más puro es el consuelo. No nos salvará. No nos permitirá huir. Pero es lo que necesitamos.

martes, 2 de abril de 2013

Los lobos no gritan

        Como hoy es lunes, Lucas me lleva al colegio en su moto y también me viene a recoger. Lucas es mi hermano mayor y va a un instituto que está cerca de mi cole. Cuando llegamos a casa, Papá y Mamá aún no han vuelto porque están trabajando, así que Lucas aprovecha para quedar con su novia Adela y subir a su habitación y besarse. Adela es una chica muy, muy guapa que vive en nuestra misma calle. Tiene el pelo largo y muy rubio y los ojos grises y bonitos. Yo siempre le digo a Adela que quiero ser tan guapa como ella cuando crezca, porque Adela es la chica más guapa que existe en el mundo, y ella siempre se ríe porque además de guapa es muy simpática.
      Subo a mi habitación para hacer la cama, porque siempre se me olvida hacerla por la mañana, y a través de la pared oigo a Lucas y Adela hablar de algo que me asusta mucho. Adela dice que en las noticias han dicho que esta noche unos animales han atacado a una señora en la calle de al lado, y que después han escapado y aún no los han encontrado. Esto preocupa mucho a Lucas porque no quiere que nos pase nada ni a mí ni a Adela ni a Papá ni a Mamá. Así que Adela intenta tranquilizarlo y le dice que nunca nos va a pasar nada y luego se callan y no vuelven a hablar en un rato, hasta que Papá y Mamá llegan a casa.


      En la comida, Mamá explica que la mujer a la que han atacado los animales es la señora Sánchez, que es muy maja y la conocemos desde siempre, y que la han llevado al hospital, pero que se va a poner bien porque sus heridas se curan rápido. Papá y Lucas respiran tranquilos y seguimos comiendo como si nada ha pasado.

      Por la noche, cuando Papá y Mamá y Lucas están dormidos, oigo gritos en la calle. Son gritos de personas. Gritos muy ruidosos y muy raros que suenan durante diez minutos, quizás más. Como mi cuarto está en el piso de arriba, puedo asomarme a la ventana y ver todo lo que ocurre. O casi.
Veo dos animales corriendo. Como es de noche no puedo reconocer qué animales son, pero parecen perros, o lobos. Son grandes y se mueven muy rápido. Pero no veo personas. ¿Por qué se oyen gritos de personas si no hay personas? Deberían oírse ladridos, o gruñidos, o aullidos o qué sé yo, pero no gritos de personas. Así que me asusto y me meto en mi cama y me tapo hasta arriba para dormirme y olvidarme de los gritos y los perros o los lobos o lo que sean.

      Hoy es martes y vuelvo a casa sola porque los martes Lucas va a recoger a Adela a su instituto, que no está cerca de mi colegio. Cuando llego oigo que Lucas y Adela están discutiendo porque Adela quiere salir por la noche y Lucas no la deja por miedo a que los animales la ataquen. Entro en su cuarto y pregunto por qué tiene Lucas tanto miedo y él me intenta echar enfadadísimo, pero Adela me abraza muy fuerte y me dice que no me preocupe.
     Un rato después llega Mamá y se encierra en la cocina con Lucas y Adela. Yo pongo el oído en la puerta y oigo cómo cuenta que la señora Sánchez ha desaparecido del hospital y que han encontrado en su habitación muchos arañazos y la ventana rota y un rastro de sangre. Cuando abro la puerta e intento preguntar qué más ha pasado, Lucas me manda callar porque según él soy muy pequeña para hablar de estas cosas. Adela insiste en que deberíamos tranquilizarnos y Mamá la grita que cómo quiere que se tranquilice si la señora Sánchez ha desaparecido. Mamá quiere mucho a Adela pero a veces se enfada con ella porque no se toma las cosas muy en serio.

      Es de noche y me acuesto más temprano que nunca porque Papá me lo ordena. Cuando están todos durmiendo vuelvo a oír gritos muy fuertes en la calle. Otra vez son gritos de personas. Me asomo por la ventana y veo de nuevo a los dos animales enormes correr a toda velocidad, pero también veo a una persona, así que pienso que los gritos deben de ser suyos, porque los lobos o perros o lo que sean es imposible que griten como los humanos. Veo que la persona anda cojeando como si estuviese herida, así que decido bajar y abrir la puerta de mi casa y decirle que se meta hasta que los animales se hayan ido porque son peligrosos y pueden hacerle daño. Me pongo las zapatillas y bajo muy despacio para no hacer ruido, y cuando llego a la puerta principal y abro, ahí está la persona, aunque está todo muy oscuro y no la veo bien. La llamo y le digo que entre, que aquí no van a hacerle daño y al principio no me hace caso pero de pronto se da la vuelta y me mira. Entonces la reconozco. Es la señora Sánchez, pero no parece la señora Sánchez. Tiene la ropa rota y llena de sangre y su cara está diferente. Antes, la señora Sánchez era muy guapa y siempre sonreía, pero ahora la observo y noto que no parece la Señora Sánchez y tengo la sensación de que no va a sonreírme, así que rápidamente cierro la puerta en sus narices y decido que nunca más saldré de casa.


      Por la mañana me niego a ir al colegio y Lucas se enfada muchísimo conmigo. Cuando intento explicarle por qué no quiero salir de casa, Lucas se enfada más todavía porque no se cree que la señora Sánchez haya aparecido y me haya intentado hacer daño. Yo quiero quedarme aquí pero Lucas me obliga a ir con él al colegio, y aunque me paso toda la mañana muerta de miedo, no sucede nada raro.

      Adela me sonríe cuando entra en casa y me encuentra viendo la tele en el salón. Me explica que Lucas ya le ha contado lo que me ha ocurrido por la noche y me dice que me tranquilice, que no me va a pasar nada. Cuando Mamá llega explica que ella y Papá saldrán por la noche y Adela y Lucas se ofrecen para cuidarme, por lo que me calmo porque sé que con ellos estoy a salvo. En la comida, Papá dice a Lucas que por fin han encontrado a la señora Sánchez, y cuando pregunto que cómo está me dicen que no lo saben bien, pero se miran entre ellos de forma muy rara, como siempre que me mienten.

      Papá y Mamá ya se han ido y Lucas y Adela han llamado a Saúl, que es el hermano mayor de Adela, para que venga a casa a ver una peli con ellos. Después de cenar, me ducho y me pongo a leer un cuento, y Lucas y Adela se despiden de mí con un beso muy fuerte. Saúl solo me saluda desde la puerta, con una sonrisa. Oigo cómo hablan y se ríen en la planta de abajo, y me alegro de que se diviertan tanto. Intento dormirme, pero después de un rato vuelvo a oír esos gritos. Son más fuertes que las otras veces y se oyen más cercanos. Cuando me asomo a la ventana, no consigo ver a ninguno de los animales de las otras noches, pero oigo los gritos cada vez más y más cerca y esta vez me asusto de verdad. Por la ventana veo que Papá y Mamá ya están volviendo a casa y me alegro muchísimo, así que decido bajar a toda velocidad para abrazarlos muy fuerte, y a Lucas, y a Adela y a Saúl si es necesario. Me pongo las zapatillas y un jersey porque hace mucho frío, y esta vez bajo las escaleras haciendo mucho ruido porque no necesito ser sigilosa. Oigo cómo se abre la puerta de casa y entro en el salón para saludar a Lucas y Adela, y entonces comprendo por qué hoy no había animales en la calle pero aún así los gritos se oían más fuertes y cercanos que nunca.

      Mi madre suelta un chillido que me pone la piel de gallina cuando encuentra a Lucas en el suelo, sobre un charco de sangre, y a Adela y Saúl agachados junto a él, con la boca manchada de rojo. Adela ya no parece la chica más guapa y simpática del mundo, y su hermano menos. Sus brazos ahora son larguísimos y tienen unas enormes garras en vez de manos. Están cubiertos de pelo negro y tienen unas orejas puntiagudas que me recuerdan a las de un lobo. Adela me mira y se relame mientras muestra unos dientes enormes y puntiagudos, y Saúl grita levantando la cabeza, como cuando aúlla un lobo. Mi padre se dirige a la cocina a toda velocidad y saca un cuchillo enorme que Mamá siempre usa para cortar la carne, amenazando a Adela y Saúl con él. Yo estoy muerta de miedo y no me puedo mover. Al principio, los chicos-animal parecen asustarse, pero Saúl se abalanza sobre Papá y Mamá con la boca abierta y yo cierro los ojos. Cuando los abro, veo que Papá le ha cortado a Saúl el cuello con el cuchillo y ahora está desplomado en el suelo sangrando muchísimo. Adela mira a Saúl aterrorizada, y todos comprobamos cómo su cara vuelve a ser normal, sus orejas vuelven a ser normales, sus brazos vuelven a ser normales y todo el pelo negro que tenía por el cuerpo le va desapareciendo. Saúl está muerto. Adela duda unos segundos, grita con fuerza y atraviesa la ventana del salón de un salto, escapando de nuestra casa y desapareciendo al otro lado de la calle. Aún se oyen sus gritos. Sus gritos de persona. Decido acercarme a Lucas y lo zarandeo una y otra vez para que se despierte. Cuando empiezo a preocuparme mucho, Lucas se mueve un poco y yo me alegro. Pero entonces se gira hacia mí y noto que no se parece al Lucas de siempre. Entonces comprendo que ya no es él, y que nunca volverá a serlo.



lunes, 1 de abril de 2013

Camino a L.A.


Hace tanto que perdí la calma, 
que encontré la rabia esperando 
no tenia ninguna prisa, sería una orgía en el barro. 

Bájame el pantalón, saca el hambre atroz 
escúpeme en la pena 
me enseñaste una vez que el dolor es mejor si genera dolor. 

Tú, que no tienes la culpa de ser como tú 
que no rompiste un plato, querías jugar. 

Quisiera reventarte bajo mis pies, 
quisiera volarte la tapa de los sesos, 
bañarme con tu sangre, beberme tus excesos 
no dejaré que nadie te salve del infierno. 

Pedirán perdón los que crean que merecen absolución.

Tus noches únicas van de la mano de mis noches turbias 
no hay dignidad en tu forma de mirarme. 

Quisiera poder ponerte encima de la mesa 
quitarte el uniforme, abrirte bien las piernas 
las cartas boca arriba, mis manos en tu lengua 

Pedirán perdón los que crean que merecen absolución.  
Pedirás perdón pero nunca tendrás mi absolución.

Zahara


domingo, 31 de marzo de 2013

Doscientos treinta y tres

      Suena Johnny Cash en la doscientos treinta y tres.

      Carol aplasta una moribunda colilla contra el cenicero, junto a otra veintena de cadáveres de cigarros calcinados. El olor es intenso, mezcla de humo, perfume de mujer y muerte. La muerte, tan presente.
Él se masajea las sienes con las manos tintadas de rojo. Esto no debería ser así. Esto no debería haber pasado. No debería. No debería.

      Carol observa con detenimiento el cuerpo inerte, aún caliente, que hay sobre la cama, tan puro, tan frágil. Tan celestial. Tan jodidamente ensangrentado.
-CÁLLATE- brama él, girándose hacia Carol con los ojos inyectados en sangre. Ella le devuelve una mirada calmada, inquisitiva.
-No he dicho nada- se enciende otro cigarro.
-Lo has pensado. Lo estás pensando. CÁLLATE, JODER. CÁLLATE DE UNA VEZ.
Carol da una calada a su nuevo y reluciente cigarrillo, y el humo se extingue a medida que se distancia de su sonrisa, perversa, prepotente, perfecta. Dolorida.

      Trascurren diez minutos más. Johnny no quiere desaparecer del hilo musical. Carol no ha dicho nada. Él ha llorado. El cuerpo sin vida reclama atención. Los ojos abiertos, la boca abierta. El pecho abierto. Carol no puede disimular una risotada, tan irónica, tan cómica, como desgarradora.
-Dímelo ahora, ¿quieres? Dímelo.
Él vacila. No tiene ni idea de qué es lo que va a hacer. No tiene ni idea de cómo va a terminar esto. Solo sabe que ella no va a volver. Que está muerta. Muerta para siempre. Que ya no queda prácticamente nada. Cien fotos en un ordenador. Doce álbumes en las estanterías de su casa. Un anuario escolar. Miles de recuerdos. Pero más allá, nada.
-Te quiero.
-Más alto, por favor.
-TE QUIERO.
-¿Me quieres? -Carol estalla en carcajadas. Se burla de él. Se burla con todas sus fuerzas. Con todo el odio que su cuerpo puede contener.- ¡Me quieres! ¡Hijo de puta!
Él se abalanza sobre el cadáver, completamente quebrado, completamente enloquecido. Lo abraza. Lo besa. Intenta tapar la herida. Intenta retroceder en el tiempo, en el espacio. Que no haya sucedido. Que nada de esto haya sido más que un fatal sueño. Solo logra cubrirse la cara con sangre. Con sangre de muerto.
-Te quiero tanto. Te quiero tanto. Te quiero tantísimo...
Ya es suficiente. Carol se levanta de su asiento, tira la colilla, y se acerca a él, con los ojos arrasados en lágrimas, mitad de risa, mitad de dolor.
-Me quieres. Me quieres mucho.
-Sí...
-Me quieres más que a nada en este mundo.
-Sí... te quiero, Carol.
-Si tanto me quieres, cabrón desagradecido...-se acuclilla junto al cuerpo, aplasta su cara contra la de él, agarra su cabello, lo araña- SI TANTO ME QUIERES, ¿POR QUÉ ME HAS MATADO?

     Suena Johnny Cash en la doscientos treinta y tres.

Foto: ippiki-wolf